Cada uno de sus movimientos era tan masculino y sensual que la mujer no podía quitarle los ojos de encima.
Era imponente...alto, musculoso, bien plantado, elegante, de abundante pelo oscuro, unos brillantes y enormes ojos verdes, una sonrisa preciosa...
El hombre se dio cuenta de la mirada observadora de la mujer y, con una sonrisa seductora, se le acercó.
Ella, nerviosa y sonrojada, se preparó para disculparse por su mirada inquisitiva, pero antes de poder abrir la boca, el se inclinó y le susurró al oído con voz suave, profunda y ligeramente ronca:

Temblando expectante, la mujer le preguntó cuál era esa condición.
Y el tipo contestó:
"Tienes que decirme lo que quieres que haga con sólo tres palabras"
La mujer miró fijamente a los ojos hipnóticos del hombre por un segundo, analizando la proposición. Luego, tomada la decisión, metió la mano en el bolso y sacó 50 €..
Apuntó su dirección y su deseo en una servilleta del bar, la dobló, metió el billete dentro y puso la servilleta en la mano del hombre.
Se inclinó y le susurró al oído: "Limpiame la casa"
3 comentarios:
Muy bueno. Te felicito. Victoria.
Más claro ya es imposible. Y la verdad es que, si la casa no es muy grande, no está mal pagado.
Si hasta resulta barato hacerla feliz.
Publicar un comentario